miércoles, 13 de junio de 2018

DESFRONTERIZACIÓN. El porqué de este blog


La historia de la humanidad es, en cierto modo, la historia de la inhumanidad.

Fronteras, guerras, masacres, expolios, genocidios... jalonan el devenir humano desde el principio de los tiempos.

Primero fueron tribus, después ciudades o "polis", luego reinos feudales, más tarde Estados... La humanidad ha estado siempre dividida en trozos, repartida en fragmentos: grupos humanos adscritos, cada uno, a un territorio.

Y estos grupos han entrado en conflicto entre ellos, una y otra vez, incesantemente.

Era en cierto modo inevitable, porque la lógica de la organización tribal conducía -conduce- a ello. Además, durante mucho tiempo (en realidad hasta hace pocas décadas) los recursos vitales eran escasos y limitados, y el crecimiento de las poblaciones resultaba prácticamente incontrolable. Ello fomentaba el conflicto y la rivalidad por hacerse con esos recursos para la propia supervivencia.

Pero hoy no es así. Actualmente la tecnología permite producir lo suficiente para que, si se usase bien, todos los humanos vivieran sin privaciones básicas; y el crecimiento de la población puede reducirse. (De hecho, el mayor nivel de desarrollo favorece, gracias también a los medios contraceptivos, el autocontrol de la natalidad por las familias.)

Por ello actualmente el mantenimiento de una pluralidad de estructuras estatales (193 Estados en el mundo, según últimos datos de la ONU) carece de sentido. El fraccionamiento y división de la humanidad en Estados cuyos intereses a menudo colisionan entre sí, es una grave amenaza para la humanidad.

Esta fragmentación del mundo está en el origen del armamentismo y las guerras (el número y potencia destructiva de las armas actualmente existentes permitiría, si llegaran a usarse, la aniquilación de la humanidad). Es también lo que lleva a perpetuar privaciones básicas en alimentos, sanidad y educación en muchas partes del planeta.

Los Estados prósperos se desentienden de las penurias del llamado "tercer mundo". No hay estrategias para acabar con la escasez, el analfabetismo y la tiranía de los países que los sufren.

La única salida podría venir dada por la progresiva desfronterización del mundo.

Quienes vivimos en lugares desarrollados debemos favorecer esa desfronterización con vistas a crear una estructura democrática mundial.

La progresiva transferencia de poderes a una organización mundial (al modo de la actual ONU, pero con poder efectivo y elección democrática por todos los habitantes del planeta) podría permitir una gestión integrada de la Tierra en su conjunto.

Esta organización mundial podría adoptar medidas urgentes para erradicar, como mínimo, la pobreza extrema, la desatención sanitaria y el analfabetismo. También para desalojar del poder, con los medios necesarios, a quienes lo ejercen sin elección popular.

Asimismo podría fomentar (aunque la consecución de este objetivo lleve más tiempo) una redistribución o reequilibrio de recursos y medios de vida.

Sin duda el desarrollo de las zonas deprimidas del planeta no se producirá de un día para otro. Pero, del mismo modo que dentro de los actuales Estados hay reequilibrio y transferencia de rentas entre sus regiones, similar efecto compensador se produciría a la larga entre las diversas partes de un mundo desfronterizado.

La desfronterización de que hablamos no puede lograrse de inmediato. Habrá de ser un proceso complejo, a iniciar tal vez por zonas del planeta (como pasa actualmente con la Unión Europea), que avanzaría mediante procesos de ampliación o de convergencia.

El objetivo final sería la creación de una organización política global de toda la humanidad (sin perjuicio de la oportuna descentralización para la gestión "local"), con una estructura democrática, que sustituiría a los actuales Estados. Una organización que aboliría los ejércitos (y con ello el peligro de guerra) y que favorecería unas condiciones de vida dignas para todos los seres humanos.

Todo lo anterior podrá quizá calificarse de utópico. Es posible. Sin embargo, la realidad es que, si no se actúa en la dirección expuesta, lo probable es que el mundo reedite nuevos conflictos como los habidos en el pasado, sólo que mucho más devastadores por la enorme capacidad letal de las actuales armas.

En este blog se pretende dar cabida a cuantas ideas, propuestas, planteamientos o aportaciones vayan en esta dirección.

Dado que se trata de un proyecto plenamente abierto y pendiente de elaborar, toda aportación, aunque sea para disentir de cualquier extremo, será bienvenida.

Si tienes conocimiento de algún trabajo o artículo que trate sobre la desfronterización del mundo, o tú mismo tienes alguna propuesta o idea que exponer, puedes remitirlos por e-mail al administrador del blog ( isidrosaizdemarco@gmail.com ) para su inserción en él.



1 comentario:

  1. Los poderes públicos no solo no deben avivar el sentimiento nacional, sino que tienen que esforzarse por mitigarlo. Que respetemos a nuestros ancianos, que cuidemos nuestras calles y nuestro planeta, que quitemos las trabas a nuestros minusválidos, que protejamos a la infancia y los excluidos, que borremos las trabas de género o sexo, esos son tipos de sentimientos saludables que los poderes públicos deben fomentar, porque son universales y a-favor-de, pero el sentimiento nacional es un sentimiento negativo, un sentimiento sectario y en-contra-de, que nos lleva, en el mejor de los casos, a mostrar indiferencia o desconocimiento hacia las personas o lugares que no consideramos “el nuestro”, y, en el peor, a crear antagonismo con ellos. Ahora que escucho cada vez más llamadas al “patriotismo”, no dejo de pensar que vienen malos tiempos, incluso cuando ese patriotismo se oculta bajo el adjetivo de “constitucional”, de Habermas, o bajo el patriotismo de la “justicia social”, que reclama Podemos, porque, si de verdad lo que amáis son las leyes y la justicia, ¿qué leyes y justicia son esas que se limitan a unos kilómetros cuadrados?

    (NEORRABIOS@)

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